En lugar de las instituciones representativas, fruto de elecciones populares y generales, Lenin y Trotski han impuesto los sóviets como única y auténtica representación de las masas trabajadoras. Pero si se impide la vida política en todo el país, la parálisis llegará, por fuerza, a los sóviets.
Sin elecciones generales, sin una libertad de prensa y de reunión ilimitadas, sin una lucha de opinión libre, la vida se marchita en todas las instituciones públicas y la burocracia queda como único elemento activo.
La vida pública se atrofia progresivamente; algunas docenas de jefes de partido, animados por una energía indomable y por un idealismo sin fronteras, dirigen y gobiernan; el poder real se encuentra en manos de una docena de individuos dotados de una inteligencia eminente; y la élite obrera es invitada de tanto en cuando a asistir a reuniones para aplaudir los discursos de los dirigentes y votar por unanimidad las resoluciones propuestas.
Esto es, en el fondo, un Gobierno de camarilla, una dictadura, pero no la dictadura del proletariado, sino la dictadura de un puñado de políticos, la dictadura en sentido burgués, en el sentido del dominio jacobino.
LUXEMBURGO, R.: La Revolución rusa, 1918.
- Cuestiones:
1. Explica la importancia histórica de la autora de este texto. ¿Qué sucesos le hicieron trágicamente popular?
2. ¿A qué partido político pertenecía Rosa Luxemburgo? ¿Hacia dónde se dirige su crítica?
3. ¿En qué consistía el sistema de sóviets impuesto por los bolcheviques en 1917?
4. Recuerda lo que entendía Marx como dictadura del proletariado, sus objetivos y su duración.
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