domingo, 24 de enero de 2010

El último Romanov


La dinastía Romanov comenzó en 1613 cuando Mijail Feodorovich fue electo soberano de toda Rusia. La dinastía llegó a un final brutal 304 años después con el asesinato de Nicolás II por los Bolcheviques.
Nicolás II tenía una débil personalidad y no estaba preparado para su futuro puesto como Zar. Este hombre, quien solamente le inspiraba su tranquila vida familiar, se convirtió en la cabeza de un enorme estado lleno de cambios después de la muerte de su padre. El no tenía anticipado tal cambio en Rusia y siempre reaccionaba bajo presión de los eventos, demasiado tarde, o torpemente. Además, él era consciente del principio santo de su misión y que siempre defendería la monarquía cuando las concesiones fueran inevitables.
La esposa de Nicolás II era nieta de la Reina Victoria de Inglaterra, Princesa Von Hesse, quien se convirtió en Alejandra cuando se unió a la Iglesia Ortodoxa Rusa en preparación para su boda. Ellos tuvieron cinco hijos: (edades al tiempo de sus muertes), las Grandes Duquesas Olga Nikolaievna Romanova (22), Tatiana Nikolaievna Romanova (21), María Nikolaievna Romanova (19), Anastasia Nikolaievna Romanova (17), y el Zarevich Alexis Nikolaievich Romanov (13).
El reinado de Nicolás II comenzó con varias notas siniestras: Cuando la futura zarina Alejandra apareció por primera vez oficialmente en Rusia durante el funeral de Alejandro III, personas dijeron: «Ella llega detrás de un ataúd, ella traerá mala suerte». Una señal para marcar la coronación de un nuevo Zar, era la tradición rusa de ofrecer comida y bebidas a la gente. Cuando Nicolás llegó al trono, cerca de 700.000 personas estuvieron reunidas en el Jodynskoe para celebrarle, pero una estampida ocurrió matando a 2000 personas.
Los soldados imperiales manejaron esta impresión nueve años después cuando abrieron fuego sobre un grupo de 120.000 trabajadores quienes habían marchado hacia el Palacio de Invierno a protestar por las condiciones de los trabajos. Murieron miles de personas tiroteadas en esa masacre, por eso a ese domingo se le denomina Domingo Rojo.
Nicolás, como resultado, introdujo una constitución y creó un parlamento, La Duma, para dar a la gente una voz, pero las medidas fueron demasiadas tímidas y muy tardías. Los disturbios continuaban en Rusia; un eco de desorden sobre la escena del mundo en el cual estaba a punto de brotar la Primera Guerra Mundial. Al principio, los rusos vieron su participación en la batalla contra Alemania como heroica, pero mientras el número de víctimas se elevaba, la opinión pública se puso en contra de la continua participación en el conflicto y en contra de la esposa de Nicolás II, Alejandra.
El arresto de los Romanov
El gobierno de Aleksandr Kérensky inicialmente retuvo a la familia imperial bajo arresto domiciliario en su palacio. Sus primeras intenciones eran mandarlos en exilio a Inglaterra, pero el gobierno no podría seguir haciéndole frente al crecimiento de poder de los bolcheviques. Para el invierno de 1917, los bolcheviques habían prevalecido sobre los mayores grupos revolucionarios y tenían bajo su control Moscú y San Petersburgo. Muy pronto, establecieron un gobierno.
Nicolás fue el último Zar de Rusia, siendo destronado por la Revolución de febrero, producida en el marco de la Primera Guerra Mundial. Después de la Revolución de Octubre, los Bolcheviques asesinaron a la familia real en Ekaterinburgo (Urales) en 1918.
Tras la pérdida del poder
Después del asesinato de Miguel IV en Perm y de Nicolás II y su hijo Alexis Nicoláyevich en Ekaterinburgo (1918) se inicia un gran conflicto familiar por establecer a quien corresponden los derechos de sucesión al trono de Rusia. El primo de Nicolás II, el Gran Duque Cirilo Vladimirovich (1876–1938), se convirtió en el varón agnado de la dinastía y pretendiente al trono. En 1924, en el exilio, se proclamó Zar de todas las Rusias. Su único hijo varón, el Príncipe Vladimir Kirilovich de Rusia, murió en Miami en 1991, la hija de este: María Vladimirovna retomó sus derechos. Los demás descendientes varones de la dinastía están congregados en una Asociación de la Familia Romanov, cuyo jefe es el Príncipe Nicolás Romanovich, nacido en 1922 y residente en Suiza.
Durante años se especuló que Anastasia, una de las hijas de Nicolás, había sobrevivido a la revolución. Incluso una mujer llamada Anna Anderson alegaba que ella era Anastasia. Aunque mediante la técnica de análisis de ADN mitocondrial se descartó que esta mujer fuera la princesa.
Confirmación de la muerte de toda la familia
En la madrugada del 18 de julio de 1918, el zar, su familia y cuatro fieles sirvientes son llevados al sótano de la casa Ipatiev, donde están retenidos desde abril. Nicolás II había abdicado en marzo del año anterior tras la revolución de febrero. Fue expulsado primero a Tobolsk, en los Urales, y después a Yekaterimburgo. Se le había prohibido llevar las hombreras que ostentaban su rango y tuvo que soportar cómo los centinelas hacían dibujos obscenos para ofender a sus hijas.
Aquella madrugada del 17 de julio, temiendo que el ejército blanco fiel al zar intentara liberarlo, los sóviets de los Urales que los tienen cautivos fusilan a toda la familia y a sus cuatro sirvientes.
Al parecer, los verdugos tenían instrucciones de mutilar y esconder los cuerpos para que no pudieran ser reconocidos. «Algunos de los huesos estaban quemados», informó por correo electrónico Walther Parson, del Instituto de Medicina Legal de Innsbruck (Austria), que ha estudiado los restos. «Las muestras estaban gravemente descompuestas y mostraban signos que pueden explicarse por agresión química» como ácido sulfúrico.
La ocultación de los cadáveres alimentó las especulaciones sobre la posible supervivencia y fuga del zarevich Alexis o alguna hija del zar. En 1991 se hizo público el hallazgo de una fosa en Yekaterimburgo con restos que podían ser de la familia del zar. Los análisis genéticos demostraron entonces que se trataba de huesos y dientes de nueve personas: el zar Nicolás II, la zarina Alejandra, tres de sus hijas y los cuatro sirvientes. Lejos de apaciguar los rumores, el hallazgo alimentó nuevas especulaciones al no haberse encontrado a la cuarta hija del zar ni al zarevich Alexis.
En julio del 2007 se encontró una segunda fosa con más restos a unos 70 metros de la primera. Los análisis genéticos de estos nuevos restos son inequívocos. Según los resultados presentados en Plos One, se trata de huesos y dientes de dos personas. Una es un chico de entre 12 y 15 años con un cromosoma Y igual que el del zar Nicolás II y un ADN mitocondrial igual que el de la zarina Alejandra: sólo puede tratarse de su hijo, el zarevich Alexis, ejecutado a los 13 años. La otra persona es una chica de entre 15 y 19 años con un ADN mitocondrial igual al de la zarina y sus otras tres hijas halladas en 1991: tanto podría ser Anastasia —que tenía 17 años— como María — que tenía 19.
Para asegurarse de que los restos son efectivamente de la familia imperial rusa, los investigadores han cotejado el ADN mitocondrial de la zarina y sus hijos con los del duque de Edimburgo —consorte de la reina Isabel de Inglaterra— y han confirmado que coinciden. Han cotejado el cromosoma Y del zar y el zarevich con el de un descendiente vivo de la familia y han confirmado que también coinciden. Y han cotejado el ADN del zar con el de una mancha de sangre que quedó en la camisa que llevaba cuando fue atacado en Japón en 1891 y que fue conservada como reliquia: la coincidencia es total. «Misterio resuelto —concluyen en Plos One—: ningún miembro de la familia sobrevivió a la ejecución en la madrugada del 17 de julio de 1918».

3 comentarios:

  1. increible ,no se como pudieron permitir esta ejecucion ,la verdad los hijos mo tenian la culpa de los errores de sus padres ,a mi me da una pena

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  2. es una lastima el tragico final de la familia romanov, la violencia no resuelve nada, solo lastima a personas inocentes

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  3. Hay muchísimos momentos de la historia trágicos. Se hace difícil y duro entenderlos desde una perspectiva lejana en el tiempo. En este caso, como bien decís, los hijos de Nicolás II no tuvieron la culpa directa de los desmanes practicados por los Romanov a lo largo de su reinado.

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